El circo siempre nos ha acompañado vestido de sus mejores galas para entretener a grandes y pequeños, siempre con su inocencia asombrando a unos y otros con sus juegos malabares, su humor y sus atracciones. Quién no recuerda al funambulista, a los trapecistas volando de un lado a otro de la pista, o a los saltadores de la cama elástica haciendo sus piruetas.
No podemos olvidar a los payasos. Con su cara pintada muchas veces para disfrazar su tristeza, pero sobreponiéndose a las dificultades dando lo mejor de sí mismos para hacernos reír. Artistas que comparten con nosotros un espectáculo para divertirnos, para ver que nunca nada es imposible, que siempre se es capaz de dar un doble salto mortal hacia adelante con la confianza de que vamos a encontrar al compañero que nos sujetará en el aire para no caer.
Qué hermoso simbolismo sería que tuviéramos en cuenta también, porque la mayoría de las veces nos quedamos con lo evidente, con la emoción del momento, sin ver que hay un mensaje profundo en todo ello.
La vida del circo es muy dura. Son nómadas que raramente encuentran su lugar porque el mundo es su casa. Trabajan día y noche para ser mejores cada día, para superarse a sí mismos, superando los desafíos que la vida también les pone a ellos, porque no están aislados del mundo.
Una vida simple y dura, dedicada a lo que más les gusta, a lo que su alma profunda le impulsa. Como en la vida, hay conflictos, contratiempos, pero el propio circo cuya pista central, oval o circular, les indica que la salida es hacia el centro porque no pueden salirse de ella mientras trabajan.
Saben que cada uno tiene su tiempo de actuación, y que el espectáculo es un todo. Las personas que cuidan de la pista, de que todo esté organizado, las que se encargan de la recaudación, del cuidado de los animales, todos, tienen un papel importante.
Cierto es que, como la vida misma, habrán egos, unos que porque hagan una atracción más arriesgada se crea mejor que los demás y los mire por encima del hombro. Pero ¿no es verdad que si el trapecista no tiene a alguien que cuide del mantenimiento del trapecio y su infraestructura, no podrá realizar su trabajo? Entonces debe confiar en otros, y éstos deben ser más importantes para él que él mismo, puesto que su vida está en sus manos.
Todos se esfuerzan para que nada de lo que ocurra entre bambalinas salga al exterior, ya que si fuera así, el circo no cumpliría con su función. Entonces, ¿no sería más fácil que tal como es afuera también sucediera adentro? Cuando reina la camaradería, la hermandad, todo resulta más fácil. Así que, piensa por un momento: ¿no llega a ser estúpido actuar de manera tan egoísta?
Cuando el domador de las fieras, en lugar de tratarlas a base de látigo las trata con más respeto para que no le ataque a la más mínima ocasión, ¿no realizaría su trabajo más tranquilo?
Sin embargo, tienen un arte enorme, porque trascender sus propias miserias para un bien mayor, es espectáculo, para que el público olvide sus penas, sus contradicciones, su malestar por un tiempo.
El circo nos demuestra que nada es imposible y que la verdadera magia está dentro de cada uno, porque cada uno de la familia del circo, un día más, una vez más, dejaron a un lado sus conflictos internos, pusieron su mejor cara, trabajaron unidos y dieron lo mejor de sí.



Bonita historia para ver más allá de lo evidente, es lo mismo que otro trabajo cualquiera en el se hacen las labores en grupo, pero más allá de eso, nadie se ha hecho así mismo sin la existencia de los personajes que la vida te ha puesto para forjarte en la persona que eres. Aunque habrá gente que no quiera verlo, todos somos Uno, la ayuda siempre ha estado y estará. Gracias por contestar esta historia.