Muchas veces pasamos por momentos de incertidumbre, que la mayoría de las veces viene vestida con emociones fuertes que no siempre podemos o sabemos gestionar. La mente se dispara y creamos un mundo de pena, dolor, rabia, ira, soberbia, orgullo…
Aflora porque se está abriendo paso, quizá ya durante un tiempo, para que lo soltemos. La receta mágica es el perdón. A uno mismo y a quien se deba perdonar. No hace falta tenerle presente, sólo soltar y reconocer lo que no habíamos comprendido hasta ese momento.
Una clave importante es honrar a nuestros padres, aunque no estén. La honra es el reconocimiento a su jerarquía, a su rol, aunque las relaciones no fueran del todo lo deseables que hubiéramos querido. A través de ellos honramos a nuestras abuelas, que le dieron la vida a ellos, pero también a nosotros. La abuela materna cuando engendró a su hija, nuestra madre, ya depositó los óvulos con los que íbamos a ser engendrados. Así lo ha demostrado la ciencia.
Liberar la carga ancestral es liberarnos, reconocer el papel que representaron, honrarles, y seguir adelante. Lo que muchas veces ignoramos es que estamos repitiendo lo que ellos no pudieron hacer, lo que no hicieron consciente, lo que no perdonaron. Así repetimos patrones y debemos hacer nuestra tarea, para poder vivir una vida diferente, la que hemos venido a vivir, y tener la posibilidad de crear una realidad verdaderamente nueva.
Si queremos crear una vida nueva, tenemos que cambiar las bases sobre las que se ha asentado nuestra vida y éstas están totalmente relacionadas con nuestro pasado, con nuestra historia.
A lo largo de nuestra vida aparecen personas que nos hacen daño, que nos provocan emociones de baja frecuencia, que nos retan o desafían, pero también personas en las que confiar, con las que estar cerca es estar en el hogar, con las que podemos mostrarnos vulnerables.
Es el Yin y el Yang, las dos polaridades representadas en esta realidad que sacan de nosotros lo bueno y lo menos bueno. El reto, el desafío, está en qué hacemos con las circunstancias que tenemos. Cómo nos comportamos, cómo reaccionamos. A través de estas reacciones debemos observarnos para transformar lo que sea necesario y utilizar lo que nos muestra la vida a nuestro favor.
Aunque parezca algo frío y calculado, lo realmente interesante es de tratar de ver el amor en todo lo que se nos presenta. No siempre podemos en el primer momento, pero pasado el tiempo tal vez sí lo podamos ver. A menudo tras una crisis personal cuando soltamos las emociones se muestra ante nosotros una pantalla con situaciones que no acabamos en un primer momento de comprender porqué aparecieron.
Sin embargo, tiene mucho que ver con lo que ocurre en nuestro interior y que a la vez está relacionado con la información que trajimos de otras realidades de todos los personajes que hemos representado.
Hay personas que traen a nuestra vida las mismas situaciones y circunstancias una y otra vez. De esta manera no podemos avanzar. Da igual lo que hagas, se trata de salir del bucle que nos ancla a las mismas cosas, porque esas personas no quieren que nada cambie. Añoran el pasado y se aferran a él no tanto por miedo al futuro, como creía yo, sino por miedo al presente, a que el presente cambie.
Esto es muy loco pensado así, pero si entendemos que el presente es un presente continuo, ya que la vida y la energía es movimiento, quien tiene miedo tratará por todos los medios que los demás no cambien, porque si lo hacen pueden acabar solos.
Ese miedo a la soledad, a estar con uno mismo, es algo que nos pesa como una loza. Así, cuando la vida trata de movernos, lo que hacemos es movernos en bucle, repitiendo las mismas experiencias y personas.
Si echamos la vista atrás a lo largo de la historia, vemos cómo se produjeron avances en una época y luego parece que todo se dispersó, se difuminó, para que sin darnos cuenta volviéramos nuevamente a los mismos patrones.
Si vemos cómo en culturas antiguas como Grecia se trataba la enfermedad dando lugar a unas bases creadas por Hipócrates que definió la salud como el estado de armonía o equilibrio entre cuerpo y espíritu, o sea, el cuerpo físico y los cuerpos sutiles, a través de la combinación entre un entorno saludable y la gestión emocional. Equilibrio entre cuerpo, mente, cuerpo emocional y buena alimentación.
Vemos cómo en la actualidad parece que estamos volviendo a tomar consciencia de ello y estamos tratando de recuperar hábitos saludables, entre los que se encuentra tomar consciencia de lo que nos ocurre para equilibrar nuestra mente y nuestras emociones. Para ello nos conviene tratar la mayor cantidad de tiempo posible de estar enfocados en ver el amor en todo lo que nos ocurre, o dicho de otra forma, para qué vivimos las experiencias que vivimos.