Observarse requiere de una mirada atenta y profunda a sí mismo. Una forma de ponerlo en práctica es darle libertad al personaje a que se exprese, a la personalidad, y mientras lo hace, observarse a sí mismo y la reacción de los demás. Esto puede provocar distorsión y crear desarmonía en el entorno y en nuestro interior, con lo cual, todo se complica, y la vida se puede poner patas arriba.
También nos podemos servir de la observación a los demás, ver cómo actúan, cómo se comportan y en qué comportamientos o acciones nos identificamos con ellos o nos hacen sentir rechazo, también viendo una película o una serie. Si hay un personaje que tiene cualidades afines observar su comportamiento y el de los demás es muy útil, observando las emociones propias y las reacciones, por el proceso de identificación. Así complementamos nuestro trabajo interior y nos ponemos totalmente en el rol de espectadores, interviniendo de una forma pasiva, a la vez que evitamos ciertas experiencias que pudieran ser desagradables y crear caos.
Está claro que la principal es la observación de cómo actuamos directamente nosotros con los demás y con nosotros y nosotras. Ese es el objeto de la meditación, volver la mirada a nuestro interior, a nuestras sensaciones, emociones, pensamientos… Observarse es llevar a la práctica la meditación y nos podemos servir de cualquier escenario, ya sea que estemos actuando nosotros directamente o como meros espectadores.
Algo que podrás notar es cuántos juicios tenemos hacia todos y todo, ya sea por nuestro interior como de lo que podamos estar contemplando afuera, que en definitiva, son juicios hacia nosotros y nosotras también. De ahí que funcione esta técnica, por llamarla de alguna forma, porque nunca perdemos la atención a lo que ocurre en nuestro interior. Es una práctica interesante y que requiere un tiempo para dominarla a cabo, pero que nos puede ayudar mucho en tiempos de crisis internas.
Lo vemos como resultado en los demás y nos observamos, tanto emocional como mentalmente, analizando los patrones mentales. Si ya no nos conmueven pero entendemos que fuimos así, vemos que ya lo superamos. Si nos hace reaccionar o nos identificamos con él, es que aún está vigente en nosotros.
Volver la mirada a nuestro mundo interno es primordial, sentir lo que ocurre en nuestro cuerpo, las sensaciones, emociones, pensamientos y las palabras que pronunciamos. Este es el gran reto que tenemos por delante para toda la encarnación.