Llega un momento en la vida en que ya no tengo nada más que darte. Ya no tengo nada más que enseñarte, ya que no quieres cambiar, aceptar, reconocer cuando alguien te dice NO es no. Siempre he actuado de la misma forma, dar oportunidades de cambiar, de que reflexionen, hasta que llega el momento en que de forma natural, simplemente ya no hay nada más que compartir. El hombre tiene que respetar a la mujer, porque así respeta y reconoce su parte femenina. La mujer debe respetar al hombre, porque así respeta su parte masculina. Pero todo es una elección: vivir obsecado, obsecada, o seguir adelante.
Aprendí que el mejor arte marcial es encajar los golpes o esquivarlos. Si algo hay que devolver con el tiempo es el mejor regalo que puedo dar: indiferencia. Todos tenemos que aprender, yo me cansé de enseñarte. Ya no tengo más ganas porque no quieres aprender. Que la vida busque la manera mejor para tu mayor y más alto bien para que aprendas tus lecciones. Yo cerré la escuela para ti. Sobre todo por aburrimiento.
Me aburre la cerrazón, las mismas formas infantiles de retarme que durante un tiempo toleré porque sé que es parte de tu crecimiento y asumí el papel de infantil y hasta de estúpido, para que te sintieras mejor, pero comprendí que no te hice ningún favor. Por eso te pido perdón, por lo demás, simplemente te suelto. Me permito soltarte y permitirte aprender de la vida y de otras personas que quizá te puedan mostrar una mejor versión de ti.
A esas otras personas que sin embargo han crecido por el camino, mi más sincera enhorabuena, sobre todo porque han demostrado una valentía y un coraje que sólo da el empezar desde la humildad y la inocencia, y mi gratitud porque me han enseñado el camino correcto. Así se abre el corazón y sólo se encuentra belleza y armonía en la vida.
Siempre he admirado a esos seres que se han vestido de simplicidad porque hay que tener mucho valor para afrontar así la vida. Desde el poder solo se puede actuar con mucho tacto pero es muy difícil, eso lo sé. Reconozco la dificultad y el enorme reto que supone actuar desde ahí, pero llega un momento en que hay que ser lo suficientemente inteligente, honesto y humilde, para despojarse de las vestiduras y bajar al barro para volver a renacer, aunque para ello hay que tener una gran dosis de valentía que el poder casi nunca permite, ya que el miedo a perderlo hace que huyamos hacia adelante.
Puestos a elegir, prefiero, como decía Serrat, un bombero a un bombardero, las personas simples que las que tengan muchos discursos que no hacen otra cosa que alejarles de sí mismos, salvo los verdaderos elegidos que sí son capaces de hacerlo, pero de esos hay muy pocos. Que sean un ejemplo, y no una caricatura porque si el cuerpo emocional les domina, solo pueden generar desastre y caos, que los simples aprovechamos para aprender a nadar en este mar revuelto.
Gracias por tanto, pero siento que lo que toca ahora es simplificar, dejar los fuegos de artificio para los días festivos y tomar tierra. Dejar que los niños, o sea, la gente sencilla, honesta y de buen corazón me rodeen. A los demás, darles en la distancia mi apoyo para que afronten con valentía la transformación personal que necesitan y que todos necesitamos para que este mundo sea mejor. Que tengan mucha paz en sus vidas, que es lo mejor que se puede desear.