La vida es una sucesión de acontecimientos que nos van enseñando a transitar por la misma. Nacemos sin un manual y lo que nos toca es aprender. Para hacerlo, estamos rodeados de maestros que día a día nos van enseñando una lección. Desde nuestros padres, a nuestra familia, amigos, compañeros de colegio, de trabajo, vecinos, etc., pero siempre tenemos que aprender nosotros. Nadie puede inocularnos conocimiento ni hay una pastilla milagrosa que ingiriéndola nos ilumine. Podemos pasar por la vida sólo a vivir las experiencias que nos muestre y disfrutarlas, lamentarnos continuamente, o afrontarlas como lecciones para aprender.
Cuando elegimos la segunda opción en un momento de nuestra vida entramos en un camino que nos va poniendo delante todos aquellos retos que necesitamos para la etapa en la que nos encontremos de nuestro aprendizaje. La magia siempre ocurre, unas veces con experiencias maravillosas y otras con escollos a los que tenemos que enfrentarnos para ir ascendiendo de nivel, ya que de no hacerlo, nos seguirán apareciendo uno tras otro con una envoltura diferente, pero con el mismo denominador común, ya que estamos en un camino de consciencia.
A medida que vamos superando pruebas y estamos más entrenados, los retos aparecen con mayor rapidez. Llega un momento en que nos sentimos eufóricos y creemos que ya lo vamos a entender todo, que ya estamos preparados para que nos echen lo que haga falta. Pero realmente, no sabemos bien qué es lo que nos queda pendiente por superar. Hay cosas que sí, otras que ya creíste superadas y otras que ni sospechabas, y todo esto forma parte de la magia.
Hay personas que llevan un largo camino en este juego, y han vivido muchas experiencias. Esto puede hacer que en un momento se relajen. O crean que efectivamente, por todo el aprendizaje acumulado, ya han superado cierto nivel. Sin embargo, los niveles no son como podemos creer, en una escala de 0 a 100 y se sube progresivamente.
En el Universo todo es perfecto, pero no secuencial. Las situaciones se presentan cuando deben hacerlo, incluso aunque sean tan básicas que no les demos importancia. Esto es conveniente que lo recuerde siempre quien ha comenzado ya el camino: nunca va a tener delante algo que espere. Las situaciones se presentan sin avisar en el momento más inesperado. De repente un día escuchas una canción y conectas tanto que en tu mente parece que la están cantando para ti. Sílaba a sílaba, palabra por palabra. Y sólo cuando acaba recuerdas que no era así, pero te identificaste al cien por cien con ella. Esto es un disparador que pone en marcha un nuevo proceso.
Surge un bloqueo que te encoge el pecho, y sueltas todas las emociones reprimidas que no creíste tener. Afloran nuevos sentimientos que ascienden a lo más alto y aparecen pensamientos que ahora entiendes, en un momento de lucidez, que tenías ocultos en lo más profundo. De dónde provienen o dónde estaban no importa. Lo que toca es gestionar la nueva situación, dar tiempo, pero no pausa. Poner en marcha todos los mecanismos de que dispongas y dejar que todo fluya y ver a dónde te lleva. ¿Era real? ¿Sólo un recuerdo? ¿Una representación para que entiendas que algo ha cambiado en ti? Tiempo. Entonces recurres a sacar lo que tienes dentro, honestamente, sin tapujos.
Escribirlo es una manera excelente, ya que es la comunicación directa con nuestra alma, sin detenernos, sin mirar si está o no correctamente escrito. Lo importante es soltar todo lo que tiene que salir. Y cuando acabemos, leerlo desde una perspectiva ajena, como un observador, un lector que lo lee por primera vez. Así ves cómo conectas con el mensaje, incluso ves cosas que no sabías que sabías. Descubres partes de ti desconocidas. Otras que siempre habían estado contigo pero no habías reconocido.
Esto te transporta a una segunda fase, a una apertura total a la vida. Una explosión que hace que tu mundo empiece a cambiar. Notas que poco a poco, aquello que te oprimía se va alejando de ti y te despides de él, pues si te aferras vuelve a instalarse en ti. Pero, ¿la imagen que vino era lo real? ¿Era un mensaje literal o simplemente un personaje que interviene en la representación?
Ahora, tras la marejada, todo tiene que asentarse, para que el agua vuelva a ser cristalina y puedas ver el fondo. ¿Cuánto tardarás en este proceso? Lo que haga falta. ¿Hay alguien más implicado en este proceso que tiene que ver contigo? Pues exactamente lo mismo. Como dicen los italianos, lo que será será. No se puede forzar nada porque ya aprendimos que siempre ocurrirá lo que tenga que ocurrir de forma perfecta para todos los implicados.
Lo mismo vale para una situación que tenga que arreglarse. Las prisas nunca fueron buenas consejeras, y las cosas tienen que arreglarse por todas las partes para que se de lo mejor en el momento oportuno, y esto, en ocasiones, por las emociones y los sentimientos, lo olvidamos e intentamos apresurarnos. Si algo es bueno, lo importante es estar alineados con el fin, quitar miedos, sentimientos, emociones, liberar la mente y dejarnos llevar a nuestro nuevo destino para encontrarnos con la recompensa y poder disfrutarla plenamente.
Tiempo al tiempo, buena energía y confianza absoluta en el resultado.