Hay una máxima que nos enseña que cuando apuntamos hacia otra persona con el dedo, otros tres apuntan hacia nosotros, mostrándonos cómo lo que vemos en los otros está en nuestro interior. Por eso es primordial la auto-observación, porque así podemos reconocer desde lo externo qué debemos transformar.
Asimismo, cuando ya tenemos integrada esta forma de ver la vida y lo hemos comprendido haciéndolo parte de nuestra forma de comportarnos, en un nivel de práctica superior podemos ver cómo la culpa nos ha hecho muchas veces poner por encima de nosotros a los demás, señalándonos como menos importantes, poniéndolos en un pedestal.
Es cierto que otras personas tendrán cualidades más trabajadas y tienen un nivel de consciencia, de haberse dado cuenta de sus aspectos a transformar, superior, pero no en todos los aspectos. Por eso debemos ser justos con nosotros y nosotras, reconocer que todos estamos descubriéndonos, tratando de alcanzar nuestra maestría para tener una vida y una realidad fluida.
Es la culpa la que muchas veces nos confronta con nosotros y nos hace ver inferiores. Eso también debemos tenerlo en cuenta, y cuando veamos que aquello que apuntábamos en otro estaba en nosotros, podemos practicar que también está en esa persona y por ello lo vimos.
Verlo así nos ayuda a entender más este juego, a tratarnos con más dulzura, a no castigarnos, sino simplemente a entender que es así, tal cual. Cómo lo gestione la otra persona es cosa de esa persona, pero llegar a poder ver estos dos aspectos de lo que hayamos tomado consciencia nos ayuda a poner el foco en las dos direcciones, afuera y adentro, en el exterior y en cómo lo vemos en nuestro interior, para poder así transformarlo antes y no caer una y otra vez en los mismos patrones.
Lleva su tiempo y no siempre seremos capaces de lograrlo, pero tratarnos con equilibrio, teniendo compasión y empatía hacia nosotros mismos, podremos ir integrando esta práctica. Alguna vez nos veremos envueltos en una marejada de emociones que nos nublen el entendimiento y no veamos en tiempo real lo que ocurre, pero para eso está la reflexión.
Aquietarnos y revisar qué ocurrió en un estado de calma nos va a ayudar a tomar consciencia de ello. Es importante hacer este ejercicio, y más importante aún antes de dormir y cuando despertamos, porque es cuando el subconsciente va a conectar más fácilmente con la supra-consciencia.
Desarrollar la ecuanimidad hacia nosotros mismos, ver que como es adentro es afuera y como es afuera es adentro. Nadie es más que nadie ni mejor que nosotros. De hecho, lo más difícil es tener una consciencia elevada y al mismo tiempo ser humildes, ser capaces de gestionar las emociones y el control. Soltar y priorizarnos para poder ver a los demás tal cual son, poder ver la vida tal como es y ser honestos y justos con nosotros, libres de culpa, libres de ataduras mentales, libres de emociones de baja frecuencia.
Libres.



Interesante artículo, si nos damos cuenta todos vivimos situaciones parecidas y nos vemos reflejados como espejos, dejar el juicio y actuar con humildad es una buena práctica pero también un gran objetivo difícil de lograr, no obstante es un deber ponernos a ello.
Sea así, pues. Un abrazo.