Buscamos cada vez más momentos de intimidad, de soledad. Aprendemos a disfrutar de esos momentos y nos sentimos muy bien, pero por otro lado puede que sintamos culpa por ser así. Porque somos seres sociales que ahora tratan de vivir de forma egoísta.
Simplemente estamos descubriendo una versión nueva de nosotros y nosotras. Un nuevo Yo al que nadie nos presentó y que se presentó en nuestra vida sin pedírselo, o eso creemos. Si se presentó es porque ahora lo podemos ver, pero a la vez, como con otras personas, tenemos que aprender a relacionarnos con él. Surgen así conflictos, discusiones internas, fruto del proceso de cambio interior.
Y como hacemos con otras personas que nos desestabilizan, lo negamos, lo boicoteamos, nos separamos de él, huimos de él. Le ponemos la zancadilla, nos burlamos, le ofendemos, y tantas otras cosas. Tal como hemos hecho, seguramente, otras veces con otros, se trata de poner en evidencia esos comportamientos, reforzarlos, para reconocerlos al ser tan evidentes.
Por decirlo de una forma gráfica, la vida nos pone un cartel luminoso con una banda sonora cada vez más visible y con mayor volumen para que pongamos atención.
Un ejemplo de ese otro Yo, lo puedes ver en la sección Cartas a Otro Yo.