Hoy no encontré un papel adecuado, pero no quise dejar de escribirte. Una vez me dijiste que no es importante el envase, que lo realmente valioso es el contenido.
Lo recordé y eso me animó a no dejar pasar la oportunidad de desearte que tengas el día más luminoso que hayas tenido hasta el momento, y que lo vivas desde la paz, sin sobresaltos, feliz de haberlo conseguido.
Te deseo que cada día lo vivas lejos de los traumas, porque estoy seguro de que con la intención lo puedes lograr. A eso lo llaman también fluir, pero da igual el nombre, como ocurre con el envase. Tengo la seguridad de que será así. Sólo te pido que me muestres el camino para llegar. Ahora me siento mucho mejor.
Quizá el primer paso haya sido saber que estás ahí porque dondequiera que estés, es una motivación para seguir caminando. Tu magnetismo es el que guía mi andadura y un día, quizá no muy lejano, pueda ver tu rostro reflejado en el cristal.
Feliz día.