Hola. Pensé escribirte una carta cada día pero al momento pensé que era mejor no hacerlo. Prefiero sorprenderte, que un día o varios no sepas nada de mí, así cuando recibas una nueva carta la recibirás con alegría, espero, y con ilusión, porque mientras esperamos que algo aparezca, ese tiempo lo podemos vivir igualmente así, con ilusión y alegría.
Un día descubrí que la vida realmente está llena de esos momentos, en los que aparentemente no ocurre nada y se convierten en una dulce espera que en la mayoría de los casos, es más agradable que cuando ya tienes lo que esperabas.
Acabo de recordar el experimento de Pavlov: al hacer sonar una campanita el perro ya la tenía asociada a la comida que iba a recibir y salibaba como si la tuviera delante.
Así somos, pero ¡por qué no aprovecharlo para estar bien y llenarnos de buena energía!
Ojalá quieras seguir recibiendo mis cartas. Si no es así, como el perro de Pavlov, imaginaré que la esperas, me haré esperar y tendré mis pequeños momentos de felicidad.
Gracias.
Feliz vida.