¿Qué tal estás? Ayer estuve de celebración. Tras mucho esfuerzo conseguí acabar un trabajo que fue un reto para mí. Me gustó hacerlo pero, ante todo, fue un desafío que yo mismo me impuse como una forma de superación. Lo había pospuesto muchas veces y eso me hacía sentir incómodo porque siempre pensaba acabarlo pero al mismo tiempo no creía que podía hacerlo.
Pero llegó un momento en que me di cuenta de que estaba siendo un lastre para mí, porque cada vez que renunciaba a afrontarlo me sentía mal conmigo mismo. Así que el desafío fue ese, superar la falta de confianza en mí mismo.
Una vez que determiné que era el momento de priorizarlo, todo se fue dando de una forma que se diría milagrosa. Ante cada dificultad, cuando la afrontaba desde la confianza, aparecía la solución.
Comprendí que todo estaba en mí y todo se puso a favor cuando cambié mi actitud y no ver en la dificultad un problema sino una oportunidad de aprender y de avanzar encontrando nuevas soluciones.
Por esa razón, cuando acabé quise celebrarlo, porque también era una forma de dar gracias a la vida por su colaboración.
Y hoy quiero compartirlo contigo por la misma razón.
Feliz vida.