¿Alguna vez intuiste que tu vida acabaría como lo hizo? ¿Pasó por tu mente una posibilidad similar? Sé que muchas veces anticipamos un panorama nada halagüeño que luego la realidad nos demuestra que fue producto de la mente, tal vez del recuerdo de situaciones pasadas o, incluso, influencias del entorno familiar. Con mucha frecuencia se soporta presiones de la familia por fidelidad al pasado, a la tradición, a las costumbres, para ser leales a los antepasados. Una historia que llevamos con orgullo, respeto y hasta honor, pero que muchas veces en lugar de honrarla y seguir adelante nos atrapa y nos esclaviza, ya sea consciente o inconscientemente.
Son lealtades que permanecen ocultas y nos atan a los antepasados, a su dolor, a su sufrimiento, que sin saberlo hacemos nuestras, determinando nuestro comportamiento y nuestras decisiones. Por eso admiro a esas que llamamos ovejas negras que se rebelan a su pasado y a su presente, tomando distancia emocional, mental e incluso física, cuando es menester, para liberarse de las ataduras.
Tal vez vuelva a casa algún día como el hijo pródigo, tal vez no. Pero hace su camino para encontrar su propia verdad, su propia voz, tomar las riendas de su vida y sus propias decisiones.
¿No pudiste tu hacerlo? ¿Qué te lo impidió? ¿Tal vez otra lealtad a tu amado?