Muchas veces vivimos circunstancias repetitivas que tras un tiempo vuelven a aparecer, aunque no siempre de la misma forma. Cuando están envueltas en una nube de emociones y nos arrastra volvemos a vivirlo como si fuera la primera vez. Todo forma parte de nuestra historia que llevamos escrita en nuestras células y que mientras no corregimos se sigue manifestando y condicionando nuestra vida.
Eso te pasó a ti, Julieta. No se trató de algo casual, ni fortuito, ni de azar. Sólo la historia tuya, de tu familia, de la familia de Romeo, que se vuelve a repetir cíclicamente hasta que alguien la modifique, ponga paz, lleve las cualidades del Ser a su historia para neutralizarla y que no se vuelva a repetir.
Tu historia es un ejemplo de esto. Si ustedes hubieran podido ser conscientes de ello, seguramente habrían vivido su historia de amor plenamente. Y digo bien: vivido. Porque en lugar de haber muerto físicamente lo habrían hecho en vida, muriendo los personajes que daban vida a los conflictos y renaciendo a nuevos personajes en amor.
De esta forma toda la historia de las dos familias había cambiado, pero reconozco que en aquella época estábamos más acostumbrados a las tragedias, a que el amor se viviera con dolor, a renunciar a ser felices por ser fieles al clan o a los demás. Todas las historias de amor acababan siempre con una muerte física, ya fuera autoafligida o provocada por otros.
Sé que hoy probablemente lo harías de otra manera, pero aún así eres una inspiración porque de alguna forma no transigiste por lo que otros esperaban de ti, no renunciaste a vivir la vida que otros trataban de imponerte. Así tratamos de vivir en el siglo XXI. Ya llevamos casi un cuarto de siglo y ahora estamos aprendiendo la lección que nos dejaste, pero renaciendo en el mismo cuerpo.
Morimos a la historia, la transformamos y continuamos adelante. vivimos el amor en primera persona, porque ya entendimos que es así como debemos hacerlo. Nos amamos a nosotros mismos, amar la vida y proyectarlo en nuestro entorno, en nuestras relaciones, porque es la única forma de transformar el mundo, haciéndolo con nosotros mismos.