Esta vez te quiero contar que la incertidumbre me ha invadido. Esto me hace sentir extraño, sin un rumbo fijo aparente. A veces lo tengo tan claro y luego todo se desvanece y vuelvo al desierto.
Este tránsito me recuerda a lo que el Maestro Jesús contó que le ocurrió, las dudas, las tentaciones, pruebas en definitiva, se le presentaron para tratar de que cambiara su dirección. Es una especie de guardián que acude a comprobar si lo que estás dispuesto a hacer es real o sólo una simple fantasía.
Vuelve a mi memoria lo que te conté en una carta anterior que es el fuego ardiente del corazón, el que está a prueba realmente. Así puedo transitar por el desierto teniendo en cuenta todas esas tentaciones, las dudas que regresan para demostrarnos si lo hemos superado o no.
Así que me encuentro pasando mi propio examen, aunque no ha sido el único. Como todo va muy deprisa, las pruebas también se suceden con más frecuencia. Dejarán de hacerlo cuando las supere todas.
A ti, ¿cómo te va? Espero que cada vez mejor.