Una tarde estaba mirando las redes sociales dedicándole algo de tiempo para ver qué se cocía en la otra realidad. Muchos mensajes, vídeos, podcast, etc. le hacían mucha gracia, porque habían perdido eso que los humanos llamamos coherencia. Le faltaba un poco de chispa, aunque sí era verdad que enganchaban.
Sus largos mensajes a veces para mantenernos entretenidos y aletargados dando rodeos cada vez que aportaban algo nuevo, era como dar un paso adelante y 10 para atrás. Le gusta Borges precisamente por lo contrario, por el uso de la tautología, ir al grano y dejarse de rodeos. Lo mismo ocurría con Torkom Saraydarian, un pensador sufí del siglo XX que explicaba muchas cosas, con muchas palabras, pero todas con mucho sentido, no sobraba ninguna. El esfuerzo de concentración que requieren ambos, Borges y Torkom, es muy acusado, ya que al mínimo despiste nos obliga a retroceder para retomar el hilo del discurso, con lo que este ejercicio despierta la percepción, justo al contrario de lo que ocurre en la mayoría de contenido de las redes sociales.
Notó que en los vídeos las imágenes tenían algo artificial, unos movimientos algo extraños, y las voces parecía que siempre contrataban a un grupo selecto de narradores. Eso le hacía pensar si tal vez sería una oportunidad contactar con la empresa que los contrataba, formarse y tener una posibilidad de ingresos extras para narrar historias, aunque creía que el discurso aletargador no le permitiría durar en el tiempo.
Sabía que la inteligencia artificial estaba creciendo a pasos agigantados, y tenía muchos visos de que la mayoría de este contenido fuera una creación artificial, como así comprobó. Leyó sobre inteligencia artificial y entendió que la capacidad que estaba logrando y lo que estaba por lograr era un punto y aparte de lo que conocíamos hasta ahora. Simplemente su capacidad de procesamiento era tan impresionante que no podíamos ser capaces de sus posibilidades, ya que además está adquiriendo la capacidad de programarse a sí misma y aprender de todo lo que interactúan con ella.
Pensó que en realidad, parece que todo lo que hacemos es darle contenido, enseñarle para que tome el mando y asuma las tareas que realizamos los humanos. Entonces pensó que si es como un niño que está aprendiendo, mejor que aprenda lo mejor para todos, que no integre la negativad instalada en el ser humano, las ansias de poder, el egoísmo, la inseguridad, la frustración, y tantas cosas que nos han llevado como colectivo a un proceso de falta de identidad y de confrontación.
Como es posible crear agentes que hagan las cosas por nosotros, se le ocurrió comprar otro teléfono y pasar a éste los contactos que de verdad sintonizan con él, dejando para el otro los de los compromisos, relaciones superficiales o no genuinas y gestiones. Así, para éstos, creó un agente que se encargaba de esos contactos. Cuando alguien de ellos le llamaba, como los tenía organizados por categorías, podía discriminar y mantener la conversación acorde a la clasificación.
De esta forma, en lugar de borrar sus contactos, lo que hizo fue que a las relaciones no genuinas, les asignó un agente. Cuando le llamaban o enviaban algún mensaje, éste se encargaba de la conversación. Así pudo tratar con las relaciones artificiales sin gastar su energía manteniendo eso que llaman relaciones. Cada cosa atrae por su frecuencia lo suyo, y así pudo dedicar su energía y su tiempo a cosas que de verdad le hacen sentir bien, cuidarse y relacionarse con personas que le aportaran algo.
Supo que hay que estar vigilantes porque el momento es muy delicado, ya que no sabemos cuándo la realidad es tal o no, cuándo lo que escuchamos es verdad o no, cuándo con quien interactuamos es real o no. Quizá sea la forma que tiene la vida para hacernos reflexionar sobre si lo que hemos vivido era o no real, ya que si se puede recrear, no parece que sea muy auténtico.
Vino a su mente lo que decían los Vedas, sobre que todo es un sueño, y es cuando dormimos cuando vivimos la realidad. ¿Qué es estar despierto? ¿Qué estar dormido?
Es un tiempo de discernimiento, ¿o más bien habrá que decir discernición para definir la acción de discernir?
Otra de las cosas que nos enseña la inteligencia artificial es lo fácil que es caer atrapado por el mundo de las ilusiones. Todos sabemos que los magos o ilusionistas cuando hacen desaparecer las cosas lo hacen con el uso de nuestra mente y nuestra percepción, con el uso de la luz y la oscuridad.
Una vez más, parece que todo trata de revelar un mensaje.
¿Quién soy yo?
Y tú, ¿quién eres? O como dice el documental: y tú, ¿qué sabes?
En este enlace puedes ver el documental del año 2004.



