El espejo me mostró algo profundo, algo que estaba rondando por mí pero que no acababa de comprender. Cuando lo vi, entendí mucho de mi pasado y mi presente. Algo que tiene mucho que ver con el amor.
Decididamente hemos venido a este planeta a comprender qué es el amor, que está en todo, en lo que hablamos, en lo que callamos, en lo que sentimos, en lo que pensamos, en lo que hacemos…
Nos envuelve de tal manera que creamos experiencias constantemente para ponernos a prueba, para tratar de comprender todas las energías y frecuencias que lo engloban. Me vi en otra época negándome a mí mismo. Cerrando todas las puertas para no sufrir. No hizo falta hacer muchas cosas, sólo decir una frase. Con eso bastó para que se desatara una reacción en cadena que duró varias vidas, no sé cuántas, pero tampoco es importante.
Poco a poco la vida te presenta personas y situaciones que van dando pistas para llegar al origen de todo. Los padres, y sus padres, y los padres de sus padres… todos colaboran de una forma desinteresada creando situaciones para que ahora nosotros resolvamos el acertijo.
Por eso me dijo el espejo que los padres tienen mucho que decirte, escúchales. Escucha cuáles fueron tus traumas en la niñez, cuál fue tu proyecto sentido, aquél que determinó que buscaras el amor de una forma que no es la única. Qué fue lo que más te dolió. Qué fue aquello que te hizo renunciar a ti, creando máscaras en forma de amor para olvidarte de ti y que un día, pudieras entender que todo el camino recorrido era para darte cuenta de eso.
Recoger las migas de pan dejadas por el camino y dar un nuevo significado a lo que haces, dices, piensas, sientes. Unas veces lo haces creyendo que es lo más justo, otras porque es lo que se precisa, otras porque es más compasivo…
Pero ¿cómo te sientes en tu interior? Tratamos de llenar huecos con otras personas o con mucha actividad, lo que nos impulsa a hacer buenas acciones, ayudar, aportar a la colectividad. Eso está muy bien, pero si eso no te acaba de llenar, es que aún falta algo que está mucho más cerca.
No hacen falta herramientas, ni grandes discursos elocuentes, solo la valentía de detenerse y mirar en tu interior. Luego si hace falta, pedir ayuda. Porque eso también es amor, dejarse ayudar. También lo es no ayudar cuando no te lo piden porque haciéndolo con la mayor voluntad, quizá estás haciendo que el camino sea más largo para esa persona, ya que no pudo tocar fondo para encontrar lo que buscaba, pero sí ofrecerle tu ayuda y que te de permiso.
Muchas veces disfrazamos la intelectualidad de sabiduría y nos agarramos a lo que hemos tenido siempre, sin permitirnos abrirnos a lo nuevo, a lo desconocido. Ese es un miedo comprensible cuando atravesamos una etapa de cambio profundo, pero cuando te das el permiso de abrirte, el cuerpo, el sistema nervioso, se relaja y los bloqueos comienzan a desaparecer.
Ocurre que en esta etapa de revisión quizá vuelvan a aparecer personas que ya habías desterrado de tu vida creyendo que lo que te unía a ella o a él ya no existía, pero en realidad te está dando una información de que hay algo aún por resolver, que muy posiblemente tenga que ver con lo que te bloquea en tu vida, e incluso con aquél proyecto sentido que se disparó en tu niñez, con la colaboración inestimable de tu madre y tu padre.
Puede que tengas la sensación de que alguno de ellos, dicen que la madre en caso de la mujer y el padre en caso del hombre, no te quería, sin embargo era quien te estaba preparando para que llegado este momento pudieras recordar que aquello que sentiste no era real, tan solo fue una interpretación provocada por el estado emocional del momento.
Luego creciste y aquella creencia se fortaleció. Pudiste crear un escenario de vivir en mundo ideal, de fantasía, para eludir el dolor, o pudiste sumirte en el dolor para experimentarlo. Sea como fuera, lo que estabas era evitando afrontar lo que viniste a superar, porque simplemente no podías.
Por eso la vida, siempre tan sabia, va creando escenarios para permitirte llegar a comprender que todo es amor, porque es la única energía que existe, que engloba el resto con sus diferentes frecuencias, programaciones, ideas o interpretaciones de lo mismo. Así recuerdas que todo es amor.
Toca reinventarse y si has llegado hasta aquí, es que puedes hacerlo. Nadie dijo que era fácil.


